Quizá hayas escuchado sobre el fenómeno conocido como hipertensión de bata blanca, en la que las lecturas de presión sanguínea de un paciente se presentan como más altas de lo normal sólo en escenarios como clínicas, consultorios u hospitales. Se trata de un fenómeno que se presenta debido al estrés o la ansiedad de visitar este tipo de lugares y puede causar diagnósticos equivocados.

Pues bien, existe una contraparte de la hipertensión de bata blanca que es igualmente peligrosa: la hipertensión enmascarada. En ésta, el fenómeno es precisamente el opuesto. Es decir, las lecturas de presión sanguínea se registran como normales durante una visita al médico, cuando en la vida diaria están más altas de lo normal.

La hipertensión enmascarada afecta a 17 millones de adultos en Estados Unidos solamente, y es más común en hombres de 45 años o más, así como en pacientes con diabetes.

¿Qué tan peligrosa es la hipertensión enmascarada?

El principal problema con la hipertensión enmascarada es que, al arrojar un resultado que no representa la condición de salud real del paciente, puede provocar diagnósticos errados, poniendo en peligro su vida. Si la hipertensión no es detectada y no se atiende, puede resultar en problemas del corazón como ataques cardiacos y derrames.

Por esta razón, tomarse la presión arterial en casa es de suma importancia para la salud de tu corazón.

¿Cuáles son las causas de la hipertensión enmascarada?

La hipertensión enmascarada se presenta, generalmente, cuando el ambiente del hogar o el trabajo resulta mucho más estresante que el consultorio de un médico. El alcohol, la cafeína y fumar son también factores que pueden contribuir a una elevada presión sanguínea.

¿Cómo manejar la hipertensión enmascarada?

La mejor forma de evitar las confusiones que puedan presentarse por causa de la hipertensión enmascarada es registrar tu presión sanguínea en casa y compararla con los registros médicos que saques en presencia de tu médico. También es importante hablar con honestidad y sinceridad con tu doctor sobre tu día a día, mencionando aquellos elementos de tu vida diaria que puedan causarte estrés. Esto puede ayudar a tu médico a formular un diagnóstico más certero y darte instrucciones para mejorar la salud de tu corazón.

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