Es natural que la idea de ejercitarse, o incluso sólo caminar, después de un ataque al corazón pueda parecer aterradora para aquellos que ya han sobrevivido a uno, pero estudios científicos arrojaron una correlación entre la actividad física, aunque sea leve, y las probabilidades de mantenerse con vida.

El estudio

El estudio sueco, publicado en 2018 en Journal of the American Heart Association, tomó como muestra los datos de más de 20 mil pacientes que sufrieron un ataque cardiaco entre el 2004 y el 2013. A los pacientes se les preguntó sobre su actividad física 10 días después del evento, así como un año después del evento.

Aquellos que reportaron “incremento de actividad” física entre ambas visitas tuvieron 59% menos riesgo de morir en los próximos 4 años comparados con aquellos que reportaron “inactividad constante” en su respectivo periodo. El grupo de los “constantemente activos” arrojó un mejor porcentaje, con 71% menos riesgo de morir en los próximos 4 años respecto al grupo inactivo. Incluso aquellos que reportaron “disminución de actividad” física mostraron mejores oportunidades de sobrevivir, con 44% menos riesgo de morir en los próximos 4 años respeto al grupo inactivo.

Ejercicio después de un ataque al corazón

De acuerdo con el Dr. Randal Thomas, director médico del programa de rehabilitación médica de la clínica Mayo, en Minnesota, el ejercicio es una de las mejores medidas preventivas para evitar un ataque cardiaco, pero también para mejorar las probabilidades de supervivencia después de uno.

Tanto el Dr. Thomas como el estudio sueco concuerdan en que cualquier cantidad de actividad física puede ser beneficiosa para los sobrevivientes de un ataque al corazón, y que de hecho la actividad constante debería ser la meta.

Nunca es tarde para un cambio de estilo de vida

La mayoría de la gente suele recaer en viejos hábitos y no es poco común que los sobrevivientes de un ataque cardiaco tengan la mentalidad de que haciendo algo de ejercicio por unas semanas será suficiente para volverá su viejo estilo de vida.

Sin embargo, este estudio demuestra lo contrario. Hacer cambios significativos de estilo de vida, con mayor actividad física y ejercicio, y mejor alimentación, es siempre una excelente idea. Tanto antes como después de un ataque cardiaco.

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